Recorriendo las calles de Buenos Aires, uno se puede encontrar con quizás uno de los monumentos más bellos que se han realizado del Libertador y que se lo conoce como «El abuelo inmortal». Se trata de una obra que se hizo un siglo después de su muerte, en donde se lo retrata lejos de los caballos y sables, sino en una etapa ya madura, en Francia, sentado y vestido de civil, junto a dos personajes infantiles que no son otras que sus nietas María Mercedes y Josefina Dominga. La obra, realizada en bronce por el ingeniero y escultor Angel Eusebio Ibarra García (1892 -1972) está, desde el 11 de diciembre de 1951, en la rotonda de la avenida Mariscal Castilla y la calle Alejandro Aguado, en el barrio de Palermo. Para su lucimiento, fue colocada sobre un pedestal de granito, donde también hay tres bajorrelieves que evocan hechos de la vida del general: lo muestran «cultivando sus dalias», «en la ribera del Sena» y «limpiando sus armas».
Frente a ella, se encuentra el Instituto Sanmartiniano, sito en la reproducción de la Casa de Grand Bourg (Francia), donde habitó el general José de San Martín hasta su muerte.
El orden, la distribución de muebles y adornos, y el buen gusto en la decoración del interior de la casa original en Francia estaban a cargo de Mercedes, hija del general San Martín. En la planta baja se encontraban el salón, el comedor y la cocina. El primer piso tenía cinco habitaciones y el segundo, tres.
El general ocupaba las habitaciones altas que miraban al norte. Un extenso parque rodeaba la casa, y tenía una huerta con árboles frutales, un jardín con acacias blancas y dalias de mil colores, un invernáculo y algunas dependencias.